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El Príncipe Rengo (Le Roi Boiteux Brassens/G. Nadaud)


El príncipe de un viejo reino
tenía tal callo en un pie
no sé si el izquierdo o el diestro,
pero rengueaba a conmover.

Los nobles de aquella corte
lo empezaron a imitar
y ya fuera a un lado o al otro
nadie dejaba de renguear.

Y viéndose los beneficios
que daba este modo de andar
fue que en aquel regio edificio
todos rengueaban más y más.

Un día un señor provinciano
que se olvidó de aparentar
delante del soberano
firme pasó, sin claudicar.

Ya todos contienen la risa
excepto aquel rey, que además
murmura, encendido de ira:
-"Yo a usted no lo veo renguear"

-"Señor, te equivocas conmigo!
estoy lleno de callos, ya ves
que si ando un poco mas erguido
es que rengueo de ambos pies".