A la sombra del marido - Balada de los idiotas felices - Buena Margot - Cancion para el Auvernes - Cerca de mi árbol - Con toda mi cordialidad - Coplas a un ladrón - El abuelo - El bodegon - El buen hombre - El Cordero de Panurgo - El descreido - El enterrador - El fantasma - El gorila - El gran roble - El guiñapo - El mal sujeto arrepentido - El ombligo de las mujeres de los agentes de policia - El paraguas - El pequeño trovador - El Pornógrafo - El Principe Rengo [Nadaud] - El que erró el camino - El Testamento - El tiempo no tiene importancia - El tiempo que se fue - El tío Archibald - El viejo [El Ancestro] - El Viento - Fernande - Gastibelza [V. Hugo] - Hacerse empomar - Hecatombe - Hoy me encuentro con vos - La andropausia - La fila india - La maestra de escuela - La mala reputación - La mala yerba - La Marina (P. Fort) - La mujer de diez australes - La mujer de Hector - La No Pedida en Matrimonio - La Primer Guerra Mundial - La primera chica - La princesa y el rascatripas - La rapada - La rosa la botella y el apretón de manos - La ruta de las cuatro canciones - La tormenta - La zurra - Las lilas - Las trompetas de la fama - Los ajís [Les radis] - Los amoríos de los bancos públicos - Los funerales de antes - Los Patrones - Los que no piensan como yo - Marinette - Marquesa (Corneille-Bernard) - Me empequeñeci - Morir por las ideas - Nada que perder - Noventa y cinco veces de cien - Penélope - Por lo menos si fuera hermosa - Puta de ti - Suplica para ser enterrado en la playa de Sète - Tormenta en la pila de bautismos -

Bienvenidos

Georges Brassens (1921 - 1981) fue un autor y compositor francés de extraordinaria relevancia. Sus canciones han sido traducidas a muchos idiomas, de allí su influencia sobre los autores de canciones argumentales de todas partes. Escénicamente era muy sobrio; se acompañaba sólo con guitarra y apoyo de contrabajo. Compuso muchas canciones de elegante precisión verbal y original temática; el retrato de personajes olvidados, el rescate de la lealtad, y el reflejo de la sociedad con un tinte de sarcástico humor son la clave de su estilo. Aquí publico unas versiones en español de las canciones de Brassens, ¡cantables! cosa que requiere reelaborar los textos más allá de la traducción literal, respetando el argumento, la métrica, el acento de las frases, y usar rimas que evoquen el sonido original. Propongo estas, mis versiones, con su audio y, en algunos casos, el vídeo ilustrativo. Adelante; estais invitados.

Los ajís



Les radis, 1957

Antaño, a las mujeres que culpaban de adulterio,

Se les metía, en un sitio que no puedo por respeto
nombrar aquí, un enorme ají

Y así, cuando era un niño, un día de feria allá en mi pueblo,
Tuve ocasión de ver que se aplicaba ese tormento
a una infeliz por medio de un ají

La casquivana fue arrastrada al medio de la plaza
Por el cruel cornudo, que llevaba en su manaza
¡Si, yo lo ví, que pedazo de ají!

Hacia la pobre mártir fueron las buenas esposas
Que, dicho entre nosotros, parecían muy celosas
de su desliz, pero no del ají

Si yo formaba parte de esta multitud infame
Fue porque aún no había visto destapada aquella parte
Ello estaba, eso sí, prohibido para mi.

El cornudo esperó a que se reuniera todo el mundo

para empezar después con el empalamiento inmundo
Lo vi blandir el colosal ají

La víctima aceptó el cruel castigo con nobleza,
no obstante que cerraba aquellas nalgas con firmeza
donde el ají ya se iba a introducir

Y lo metió en el sitio que no digo pues me apena
Donde la gente honesta sólo deja entrar enemas
Yo también aplaudí el paso del ají

De toda la hortaliza sólo se veía el cabito
La planta había llegado hasta un límite inaudito
Esperábamos, sí, el efecto del ají.

Y entonces, para asombro del cornudo y los presentes
La víctima, encantada, gritó: “¡Más, profundamente,
Termina de hundir, empújame el ají!”

Y continuó gritando: “¡Cómo iba a imaginarme
Que en un tiempo tan corto tanto gusto fuera a darme!
¡Pero el ají te lleva al paraíso!”

Aún no terminaba de cantar estas virtudes
De la planta en cuestión cuando se vio a las multitudes
femeninas salir en busca de un ají

Las furias en tropel echando espuma por la boca
A los campos de ajíes se lanzaron como locas
¿Es que habrá allí para todas ají?

Causaron la mayor devastación que se conozca
Más daños provocaron que una plaga de langosta.
En todo el país no quedó ni un ají

Y muchos hortelanos muy pronto se dieron cuenta
Que no había zanahorias ni pepinos en las huertas
Saqueados, en fin, como viles ajís

En todo el tiempo que duró esta falta de cordura
No hubo planta de ají que llegara a estar madura
Pobre el ají, mártir del frenesí

Hartos de ser metidos en un sitio equivocado
Los más inteligentes vegetales decretaron
Diciéndose así: “¡Ya no seamos ajís!”

Y entonces en los campos donde ají se había sembrado
Se cosecharon brócolis, oréganos y nabos
Y algún que otro maní, pero ni un solo ají

A partir de ese día, el vegetal irreprochable
Se convirtió de pronto en un producto inalcanzable
Ya no comen ají los pobres del país

Como la moda del ají redujo el número de madres
Que daban descendencia a la nación, fue que el alcalde
Tuvo que decidir censurar el ají.

Y se anunció: “Toda mujer a quien se encuentre en la faena
de meterse en el sitio reservado a las enemas
Algo como un ají, u otra verdura afín,

Será entregada de inmediato a una maestra de costura
La cual le coserá el trasero con toda premura
Para impedir su entrada por allí"

Esta ley draconiana siguió a la costumbre loca
De tragarse el ají por otras vías que la boca
Y así fue que el ají, la legumbre infeliz

Ya nunca más fue objeto de otras manipulaciones
No entrando más que en la composición de colaciones
Que se suelen servir en cualquier copetín.