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La zurra



La fessée, 1966


El huérfano o la viuda, cuál es mas triste, cuál?
un viejo compañero murió sin dejar
hijos, pero dejó una esposa atrayente;
mi visita de pésame tuve que hacer,
y después, para dar por cumplido el deber
le fui a hacer compañía a la capilla ardiente.

Por consolar su llanto, aliviar su dolor
le conté un par de finos chistes de salón
(la gracia es la mejor medicina del alma)
y así, por la virtud de una broma gentil
la viuda no podía parar de reír...
pero de a poco fue recobrando la calma.

Viendo que en mi chaleco mi pipa asomaba
Ella dijo: adelante, la puede cargar,
Cualquier imperativo moral ya no cuenta;
si mi pobre marido odiaba fumar
ahora el humo ya no lo puede molestar...
pero... ¿dónde habré puesto yo mi cigarrera?

Con vocecita dulce, un minuto después
preguntó si tenía ganas de comer:
El ya no va a volver por más que nuestra pena
nos llevara al extremo de la inanición...
Qué diría usted de una frugal colación?
y allí mismo nos dimos la cena con velas!

Se diría dormido, mire que guapo está...
Ciertamente no es él quien diría que está mal
que yo ahogara mi pena bebiendo champaña!
Cuando habíamos bajado el segundo Chandon
ya en su alma latía una nueva emoción
y el corazón vagaba tramando artimañas


En fin, dijo, aquí estamos, solitos los dos...
y al sentarse en mi falda un suspiro exhaló
y después de posar sus labios en los míos
“me quería asegurar, pues tenía temor
que bajo ese tremendo bigote de morsa
no escondiera coqueto un labio leporino”

Yo un bigote de morsa! pónganse en mi lugar
si tal comparación no era de castigar
semejante insolencia dándole una zurra...
consciente de cumplir ante todo un deber
más, cerrando los ojos (pues no quise ver)
Paf! descargué sobre ella mi mano mas dura!

Ay! me ha partido usted el culo por la mitad
(se quejó mientras yo bajaba la mirada,
pues creí que había sido un brutal escarmiento)
enseguida aliviado, volví a respirar:
tal estado de cosas era de tiempo atrás,
la profunda hendidura era de nacimiento

Al levantar la mano la segunda vez,
mi corazón ya tenía perdida la fe
sobre todo por que ella dijo con malicia:
tengo un culo muy lindo, lo ha notado usted?
Ya mi segundo golpe cayó sin doler
Y el tercero no fue más que una caricia.