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Bienvenidos

Georges Brassens (1921 - 1981) fue un autor y compositor francés de extraordinaria relevancia. Sus canciones han sido traducidas a muchos idiomas, de allí su influencia sobre los autores de canciones argumentales de todas partes. Escénicamente era muy sobrio; se acompañaba sólo con guitarra y apoyo de contrabajo. Compuso muchas canciones de elegante precisión verbal y original temática; el retrato de personajes olvidados, el rescate de la lealtad, y el reflejo de la sociedad con un tinte de sarcástico humor son la clave de su estilo. Aquí publico unas versiones en español de las canciones de Brassens, ¡cantables! cosa que requiere reelaborar los textos más allá de la traducción literal, respetando el argumento, la métrica, el acento de las frases, y usar rimas que evoquen el sonido original. Propongo estas, mis versiones, con su audio y, en algunos casos, el vídeo ilustrativo. Adelante; estais invitados.

El guiñapo



L' épave, 1966

Yo lo invoco a Dionisio para que me proteja!
El tabernero ruin me echó de las orejas
De su establecimiento fui el mayor pilar
Después que se cobró de su vino el importe
Diciéndome "¡borracho, que el diablo te conforte!"
Pero todo bien, esa era una fonda singular.

Un mendigo descalzo que me encontró tirado
Seguro que se dijo "este ya está finado"
Me robó los zapatos sin reparo moral
Estaban tan gastados los viejos mocasines
Que dudo que sea mucho que el pobre los camine
Todo bien, ese era un mendigo singular.

Un estudiante pobre me quitó la chaqueta
Que en esa noche oscura le pareció coqueta
Lo siento por el fiasco que se debio llevar
De todo corazón porque si se la puso
Se habrá desencantado bien pronto el pobre iluso
Todo bien, era un estudiante singular.

La mujer de un obrero llevó mis pantalones
"Señora, le sugiero que no se haga ilusiones,
Son tantas las patadas que allí fueron a dar
Que si se los pusiera, ya tenga por seguro
Que al bueno de su esposo se le va a helar el culo"
Y todo bien, era una matrona singular.

Y yo estaba ahí desnudo, al borde de la calle
Mostrando a mi pesar mis pobres genitales
Y una muchacha alegre que acertaba a pasar
Ella, que cada noche veía una docena
Me acusó ante la ley de "exhibición obscena"
Y todo bien, era una muchacha singular.

Un buen guardián del orden se acercó diligente
Y allí cuando me vió, tocó una alarma urgente
Estamos en invierno, se está por congelar!
Y temiendo que yo, que estaba ahí en pelotas
Muriera por el frío, me prestó su capota
Y todo bien, era un policía singular.

Y desde entonces, yo, el capoo de la cuadra,
Cuyo grito de guerra era: “¡Muerte a la cana!”
Ya no pude gritarlo más, ni una sola vez.
Todavía lo intento, y mi lengua vergonzosa
Se cae pesadamente de mi boca pastosa...
Pero todo bien, se vive un tiempo singular.