LA
ANDROPAUSIA
Lanzados en
los cuatro rincones de la Patria
Por
maridos hostiles que rumian su rencor
Se
esparcen los rumores que estoy en la andropausia
Y que ya
no soy digno rival en el amor
Jamás ofenderemos
a un falo que sucumba!…
No es su
principio afirman, más, dicen por ahí
Que de
mis dos testigos uno ya está en la tumba
Y el
otro, entre algodones, pronto lo va a seguir
Todos
estos bribones se han creído, seguro
Que un
miembro de mi clase tal vez se rendirá
Que el
hambriento cochino, el cerdo de Epicuro
Que
dormitaba en mi, ya no despertará
Me creen
impedido de ejercer mis faenas
Y en las
noches sin luna con gran satisfacción
En tono
lapidario escriben en mi puerta:
“Yace aquí un viejo fauno que no tiene erección”!
Pero son
prematuros sus gritos victoriosos
Sepan,
los que me clavan el puñal por atrás
Que para
comerciar las bolas de este oso
Se
olvidan que primero lo tienen que cazar
Que no he
necesitado jamás estimulantes
Y todas
sus mujeres que hasta hoy mismo recibí
Y por
cierto las he contentado bastante
Si no
tengo erecciones, lo iban a percibir
Al
hospital San Luis cuando fui a que me vea
Me dijo
el residente, cuando lo consulté:
“Señor, a
no dudar, esto es una venérea”
Si no
tengo erecciones… pues, cómo la pesqué?
Mi vecino
de al lado ama sólo a su esposa,
Y de ella
el amante exclusivo soy yo
Si a los
dos los tomó la peste contagiosa
Sin tener
yo erecciones, pues, cómo sucedió?
Y mi
contrabajista y todos los del grupo
Todos se
la pegaron, ninguno se salvó
Y si yo
fui el primero que padecerla supo…
Si no
tengo erecciones, como fue que pasó?
Minotauros
malvados, que sigan rebuznando
Que mi
tren de placer ya llegó a la estación
Sepan ya
que al contrario nunca he estado presentando
Tantos
votos a Venus como los hago hoy
Y tengan
por seguro que los chismes que alientan
Rumores
alarmantes no tienen seriedad
Día y
noche estas damas hacen cola en mi puerta
Las
convoca el demonio de la curiosidad
Y nunca
como ahora, dicho sin arrogancia
Ha
florecido tanto mi comercio carnal
Es por
eso que ustedes, por esta circunstancia
Cornudos
como hoy día no lo han sido jamás
Más,
cierto, que vendrá la hora desdichada
Donde
perdiendo todas mis dotes heredadas
Mi brío
decaerá
Y llegar
hasta el cielo, mi más cara balada
La subida
más dulce, la más tierna escalada
Muy
difícil será
Y ya no
habrá gemidos en las casas solariegas
Ni
rechinar de nalgas en las chozas ajenas
Ni hace
falta aclarar
Que habrá
muy pocas chances de que mis odaliscas
Vengan a
colocar al pie de mi obelisco
Una
ofrenda floral
Y lo más
que dirán, acaso será “Bueno,
Nuestro
Príapo ha muerto” y con muslos ligeros
Llenas de
languidez
Correrán
a rodar por ignotos caminos,
Tratando
de calmar su furor uterino
Con vaya
a saber quien
Y
evocarán ustedes las maneras civiles
Del
anciano rival que de modo sublime
Gustaba
de aportar
Su
guitarra a la causa desgranando las cuerdas
Adornando
de arpegios sus bellas cornamentas
Más muy
tarde será